En la vereda Miraflores del municipio de Silvia, Cauca, se ubica la Finca Las Delicias, propiedad de Jaime Diego Ocampo, un campesino de 60 años, productor de alimentos orgánicos, que decidió apostarle a este tipo de agricultura desde el año 1992, para defender la soberanía alimentaria.
La herencia que le dejaron sus padres, además de los conocimientos de toda una vida en el campo, fue una finca de 35 hectáreas de las cuales hoy se cultivan 8 con agricultura orgánica; pero Jaime Diego recuerda que cultivó, distribuyó y consumió durante muchos años productos cargados de químicos, hasta descubrir que:
“la agricultura orgánica era la que tenía futuro”.
De botas pantaneras y manos con tierra, Jaime Diego nos recibió en su finca y nos llevó al semillero, un espacio rodeado de grandes mesas con diversas semillas, la mayoría estaban en el punto de germinación adecuado para iniciar el proceso de trasplante, por lo que se podían admirar en un solo espacio tantos tonos de verde que parecían infinitos.
Luego nos dirigimos al lugar donde preparan los abonos, un letrero con la frase ‘Harina de Rocas y Ceniza’ se divisaba a lo lejos, allí nos explicó que:
“la agricultura orgánica prepara sus propios insumos para nutrir a la planta… con suelos libres de químicos yo puedo decir que le van a proveer a usted de todo lo que necesita para cultivar… no tenemos que ser dependientes de nadie si cuidamos lo que tenemos”.
Soberanía alimentaria y comunicación para la sostenibilidad
Lo anterior se relaciona con uno de los pilares de la soberanía alimentaria, que implica la no dependencia de los agricultores hacia productos químicos. La propuesta de Jaime Diego de maximizar los recursos con los que cuenta su finca, le ha concedido la independencia necesaria para no entrar en el juego de los grandes grupos económicos.
En esta práctica también actúa la comunicación, pues si la entendemos como un escenario de reflexión cuando diversas perspectivas se confrontan, podemos rescatar el discurso de Jaime Diego que se levanta como una voz de resistencia contra procesos hegemónicos; aquí la comunicación es protagonista en la medida en que empodera a todos aquellos que han sido marginados por los discursos capitalistas de bienestar.
En sus preparados, Jaime Diego usa ingredientes tomados de su finca como la melaza, el ajo, el jengibre, la harina de rocas y el salvado de maíz. Algunas de estas mezclas producen un olor tan particular y fresco que despertó nuestra curiosidad. -¿Esto se puede comer?- preguntamos desde la ignorancia, Jaime Diego soltó la carcajada mientras nosotras tomamos un manotado del concentrado que hasta tierra tenía, lo degustamos sin ningún problema y destacamos su sabor.
Todos finalmente terminamos comiendo y reflexionando que algo tan mínimo, como probar el preparado que se les da a las plantas para nutrirlas, representa una gran diferencia cuando se compara con los químicos que se usan en la agricultura convencional y que bajo ninguna circunstancia nos atreveríamos a probar.
No muy lejano a la vida citadina, muchos de estos alimentos llegan a nuestra mesa y los comemos sin detenernos a pensar ni siquiera de dónde provienen, como lo expresa Jaime Diego:
“lo triste de todo esto es que la gente no sabe lo que se está llevando a su boca, no tiene idea de cuánto daño le hacen los químicos a su organismo, ni a las personas que los cultivan…”.
Artículo y fotos de la pasantía de investigación del proyecto ‘Soberanía alimentaria y comunicación para la sostenibilidad’ de la facultad de Comunicación y Ciencias Sociales, para optar al título de comunicadora social – periodista, escrito y registrado por Marielly Pino Suárez y Ángela María Terreros Estupiñán.
Crónica publicada en la revista digital ‘Autónoma al Día’.
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